Por Moisés Sánchez.
En primera instancia, desde la época post-Trujillo, nuestro país ha experimentado y vivido diferentes cambios en todas las latitudes generales que cualquier Estado pueda vivir, tanto económicos, sociales, políticos, culturales y hasta religiosos. La República Dominicana, un país tercermundista con grandes riquezas y carencias, ha superado un conjunto de obstáculos e impedimentos que 30 años atrás era casi imposible imaginar ser vencidos. Cada avance, logro, materialización de hazañas y cambios positivos consumados son efectuados por grandes y silenciosos protagonistas.
En el período de democratización obtenido fruto de sangre, muertes y sacrificios humano construido a partir del gobierno del presidente Antonio Guzmán Fernández, el Estado dominicano tomó un rumbo de paz y empoderamiento desde las clases más humildes hasta las más poderosas, incluyendo el renacimiento de una libertad de expresión y posicionamiento campesino de manera triunfante. La juventud, una condición social o etapa humana que se comprende desde el nacimiento hasta los 35 años de edad, ha sido un sector muy predominante en la República Dominicana. Desde la óptica de la tercera edad existe un sinnúmero de estereotipo y calificaciones, tales como: ¨La juventud está perdida, esos muchachos no toman nada en serio, y hasta que los jóvenes son las causas de los males de este país¨.
Sin embargo, hemos sido testigos como los jóvenes sin importar la clase social, académica, económica y racial han ganado terreno en todos los espacios productivos de nuestra nación. Independientemente de que exista un factor beneficioso para muchos, como lo es, una buena familia poderosa, el simple hecho de empoderarse y continuar con los compromisos y bienes familiares, es digno de admirar. Si nos fijamos desde el ámbito económico, podemos ver a un José Armando Bermúdez continuando con la labor empresarial que su padre forjó, desde el mundo del espectáculo, la gran mayoría está compuesta por jóvenes, y políticamente, podemos mencionar al presidente del principal partido de oposición, el senador José Ignacio Paliza, en el partido oficialista, a quien fue el diputado más votado en las elecciones del 2016, el licenciado Víctor Fadul, y también, no menos importante, la figura de los diputados Faride Raful y José Laluz, quienes han consolidado respeto, admiración y esperanza en toda la población dominicana.
En última instancia, dejando a un lado que las cárceles están pobladas mayoritariamente por jóvenes, que existe alrededor de un 45 porciento de jóvenes que ni estudian ni trabajan, que el nepotismo, es decir, la influencia y favoritismo a un joven o allegado de un jefe de una empresa, de un docente y hasta de un alto dirigente de un partido político, favorezca a un joven por encima de los méritos y liderazgo que otro, la verdad y la razón siempre se imponen, y constituyen ante cualquier duda o vicisitud formada. Aún queda una juventud optimista y positiva dispuesta a luchar cada día por un mejor bienestar, los factores más influyentes a que la juventud desista son la incredulidad, rechazo y desconsideración. Finalmente, cada día los jóvenes se levantan con ansias y anhelos únicos e inquebrantables para una sociedad mejor, donde la minoría no se arriesga por causas personales los cuáles tienen otros culpables, que no vale la pena destacar, sino en otro plano, demostrar que sí se puede y el cambio positivo para nuestro país se acerca.
El statu quo juvenil dominicano: ¿ En declive o avance?
