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Santo Domingo

Es un deber ser educados y amigables al conducir para salvar vidas

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Por Emilia Santos Frias

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“La calle es una selva de cemento; y de fieras salvajes como no; ya no hay quien salga loco de contento; donde quiera te espera lo peor”. Esa es la melodía que llega a mi mente, cuando conduzco por las distintas  vías de mi país.

Caramba! Es una pena que quienes poseen licencia de conducir no muestren un ejercicio de educación vial decente.

La educación  doméstica y académica debe reflejarse también  al conducir un vehículo de motor. Es necesario que al volante, seamos más amigables con el peatón y con nuestros iguales. Siempre, debemos respetar las señales de tránsito, ellas salvan vidas!. Ese respeto va más allá de observar las luces del semáforo. También, los vehículos tienen señales que los conductores maniobran y éstas avisan, dan información al chofer contiguo. No son adornos. Cada conductor debe accionar al verlas. Por ejemplo, una luz direccional, o las luces intermitentes, no  deben ser ignorada por quienes las perciben…, por hacerlo es que ocurren muchos siniestros.

Mi interés hoy no es narrar las escenas que vivimos y sufrimos diariamente en el embotellamiento o tapón vial, cuando conducimos en la llamada hora pico. Esas historias las conocemos, incluyendo los improperios y señas que recibimos de choferes desagradables, que nos gritan a todo pulmón. Eventos que se repiten hasta  en asuetos o feriados, cuando generalmente, hay menos cantidad de vehículos en las calles y avenidas; por lo que uno entiende que es más cómodo conducir. Pero no siempre es así.

Para corregir esta vergüenza, contamos con una normativa completa, moderna: la Ley No. 63-17, de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial de la República Dominicana, es joven, como su propulsor, el legislador Tobías Crespo; muy abarcadora, pero ya debe aplicarse tal como fue motivada. Ella nos ayudará además de cambiar la percepción que tienen los extranjeros de nuestra forma de conducir, a fijar en el consciente y subconsciente de las personas conductoras de vehículo de motor, la finalidad de las señales de tránsito, las que, fueron creadas para contribuir al orden social,  y salvan vidas. Por tanto debemos observarlas. Además, organizará nuestro curpo vehicular que  aún posee muchas chatarras.

La citada ley precisa que en la actualidad las actividades de movilidad, transporte terrestre, tránsito y la seguridad vial, constituyen uno de los principales problemas económicos, sociales y de salud en la República Dominicana, debido a la gran cantidad de accidentes de tránsito que ocurren en las vías públicas y que ocasionan pérdidas  de vidas humanas, traumas, heridas y daños materiales a la propiedad pública y privada. Por tanto, es hora de hacer nuestro aporte, deponiendo carencias educativas, sensibilizándonos. Es hora de pensar en los demás y comenzar a conducir a favor de la vida. No dejemos que nuestro evidente carenciado nivel de desarrollo social, se siga expresando  cuando conducimos.

Por otro lado, en Santo Domingo, hay conductores  osados, que salen   cada día a lidiar con choféres  desaprensivos, carentes de cortesía, educación y valores universales. Ellos  exponen a los demás al siniestros, estrés,  traumas psicológicos y pesadumbre…

Es necesario hacer un alto, es hora de cambiar esas actitudes por aptitudes; la educación vial contempla ser gentil con el peatón y los demás conductores. Por lo tanto, la violencia  que recibimos de nuestros iguales al volante, no es parte de la norma.       Situación que me hace citar a Henry Ford, cuando dijo: “El mejor automovilista es aquel que conduce con imaginación… imagina que su familia va con él en el auto”. En nuestro país, los ciclistas,  conductores de autobuses y de vehículos pesados, como patanas, jamás han escuchado este pensamiento.

Otra problemática, son los incapaces agentes al servicio transporte. Ahí se paran las aguas!. Gozan del repudio de la población por su feo proceder. Generalmente, son quienes provocan los largos taponamientos.

Tampoco me referiré a los vendedores de todo tipo de cosas y los limpia vidrios, que nos abordan en las principales avenidas; ellos son como un tipo raro de roña. Nos recuerdan el encanto del subdesarrollo, su desorden y atraso.

Carecemos de seguridad, campañas masivas y efectivas de educación vial. El conductor no respeta la norma, incluyendo los ciclistas, quienes burlan las pocas ciclo vías que tiene la ciudad; no las utilizan, después que costo tanto recursos financieros, construirlas. Suben a las zonas peatonal. Ellos también atropellan a peatones; los colisionan causándoles traumas severos, y hasta la muerte, como ocurrió hace dos años con un reconocido médico, en el parque Mirador Sur. Ese suceso se repite con frecuencia.  Muchas personas caminan en busca de salud y son embestidas por estos “deportistas”, que desafían las normas.

Ni hablar de los motociclistas, se han multiplicado como la verdolaga, están regados en todo el territorio, contaminado no solo con su ruido, sino con su forma de  conducir en la vía pública. Un verdadero dolor de cabeza. No cuidan su vida, menos  la ajena.

Estoy ansiosa porque entre la modalidad de conducir por puntos. Confío en que  conductores temerarios, distraídos, descuidados, y otros desmedidos,  perderán la licencia. “Soñar no cuesta nada”, y la ley ya es una realidad.

Chofer dominicano, te exhorto exhibir comedimiento, por favor. Como dice una de las autoridades para la que me ha tocado trabajar: “la cortesía nunca está de vacaciones”. Necesitamos ser audaz, eliminar la temeraria y violenta forma de conducir. Coincido con el abogado estadounidense, defensor de los derechos civiles, Clarence Seward Darrow, quien señaló que hay momentos en la vida en que la audacia es prudencia. En el tema en cuestion, hace falta que seamos sensatos. Sin dudas, la forma como conduce la mayoría de nuestros choferes, nos llena de vergüenza.

La autora reside en Santo Domingo, Rep. Dom.

Es educadora, periodista, abogada y locutora.

 

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