El pasado Jueves Santo Hipólito Mejía vino a casa tempranito a visitarme. Fue un encuentro emotivo donde rememoramos nuestros viejos años de amistad y compañerismo laboral en Agricultura, hablamos de política, de su perspectiva electoral, de la situación interna de su partido y, en sentido general, de las transformaciones que ha tenido el país en las últimas dos décadas.
Hacía años que no hablaba con él y pude comprobar que es el mismo Hipólito franco y espontáneo de siempre, con una chispa de humor a flor de labios, muchas veces subido de tono pero sin malicia de por medio, con excesiva confianza en sí mismo, a veces burlón hasta de su propia figura.
Es, en definitiva, un hombre de mucho carisma y gran atractivo político. Por eso llegó a ser Presidente y podría volver a serlo. Me dijo que no ha cambiado para nada su forma de ser -algo que demostró espontáneamente por espacio de una hora-. Lo que sí ha cambiado es su convencimiento de que no volvería a gobernar con los mismos que le acompañaron la primera vez. Ahora se rodearía de jóvenes.
Me habló de la necesidad de un bloque opositor que saque al PLD del poder como paso previo a las transformaciones que él propone. Él está seguro que ganará la nominación interna de su partido, algo que ha quedado en evidencia con la elección a nivel nacional de la dirigencia del PRM del domingo 18. Sus simpatizantes ganaron la mayoría de las posiciones electivas.
Hipólito es un trabajador político incansable. Ese día que vino a verme -Jueves Santo-, ya estaba listo para salir para el Este en viaje de campaña. Ese viaje lo llevaría a San Pedro, La Romana y Hato Mayor.
Está yendo a los municipios donde perdió la convención y visitando a todos los dirigentes. Además, ha fortalecido el trabajo en las provincias y municipios donde el PRM no convencionó porque falló la logística electoral.
“El Diablo” en campaña
Con un padrón electoral de menos de medio millón de militantes, Hipólito Mejía lleva una gran ventaja en las primarias del PRM que deberá escoger al candidato presidencial. Porque ese contacto primario con la gente es su forma de hacer política: entra a la casa sin ser llamado, va a la cocina, destapa el caldero y saca un pedazo de rulo que se come con aceite. ¿Hace Abinader ese tipo de cosa?
Además, Hipólito mantiene una comunicación muy cercana con la dirigencia de su partido -casi todos ex dirigentes del PRD que se fueron con él al PRM-, aún en aquellos casos de los que hacen causa común con Abinader.
“Podemos estar con Abinader, pero no rechazamos a HipólitoÖ”, decía ayer en TV uno de los más entusiastas seguidores de Abinader. Ese plus a favor de Hipólito también ha quedado marcado en las últimas encuestas.
“Que no piense nadie que Hipólito se quedó rezando en esta Semana Santa. Hipólito se fue a recorrer las lomas de Constanza y Jarabacoa este viernes y sábado visitando a los compañeros y comiéndose con ellos las habichuelas con dulce”, dijo César Cedeño, su bastonero de campaña.
El encanto de Carolina
Al entusiasmo de campaña de Hipólito -me contó con sonrisa espontánea-, se suma la frescura que aporta al PRM el surgimiento del liderazgo de su hija Carolina, flamante secretaria general del PRM. “Ha salido una política extraordinaria, César”, me comentó con mucho orgullo.
“Con la gran ventaja -agregó-, de que su mamá la está apoyando en un cien por cientoÖ ¡Y tú sabes bien que a Rosa nunca le gustó la política”!
¡Pues nada. Que por aquí anduvo Hipólito y juntos enterramos el hacha para recuperar una bonita y vieja amistad…!