Confrontando
Por Juan Tatis
La crisis de las relaciones dominico-haitiana está latente desde antes del nacimiento de los Estados que la representan .
Basta con recordar las campañas militares de la primera República, años en los cuales, los dominicanos a sangre y fuego tuvimos que defender con singular heroísmo, la independencia frente a Haití.
Años después la soberanía fue enajenada por Pedro Santana y restaurada frente al ejército imperial de España, gracias a la incorporación del pueblo al proceso emancipador por la dominicanidad
A propósito del conflicto con Haití por motivo de la construcción unilateral de un canal de riego sobre la cuenca del Río Masacre, por parte de sectores privados , sin un estudio de impacto ambiental, sin el consentimiento de las autoridades dominicanas y los daños ecológicos que supone el desvío del caudal acuífero, representa una afrenta a la soberanía de la nación Dominicana.
Viene a colación entonces recordar el episodio del año 1963, cuando los grupos paramilitares de Duvalier penetraron al interior de la embajada dominicana en Puerto Príncipe y que el presidente de la República, el prócer, patriota e intelectual de dimensiones universales ordenó sobrevolar con aviones P 51 de la Fuerza Aérea Dominicana el territorio de la legación diplomática y darle un ultimátum de 24 horas para que cesara, como al efecto cesaron, las violaciones a la soberanía dominicana por parte de los Tontom Macutes de la dictadura de los Duvalier.
Guardando la distancia y la naturaleza del conflicto, el actual presidente constitucional, Luis Rodolfo Abinader y Corona ha tomado sin titubeos las medidas militares y políticas atinadas para proteger los sagrados intereses del pueblo Dominicano.
Luis Abinader, al igual que Bosch está manejando con firmeza y patriotismo la crisis fronteriza causada por la consabida construcción inconsulta, imprudente y violatoria del tratado fronterizo de paz, amistad perpetua y arbitraje rubricado en 1929 y su protocolo de revisión del año 1936.
Además del cierre de la frontera, la suspensión del visado a personeros incontrolables de Haití, el mandatario ha ordenado la vigilancia especial y redoblada de toda la franja divisoria para controlar cualquier movimiento que pretenda mancillar la inviolabilidad de nuestro territorio.
Pero las acciones políticas del presidente Luis Abinader no se quedan en el plano doméstico solamente, hemos visto al gobernante de la estirpe de Juan Bosch, clamar permanentemente en los foros de la organización de las Naciones Unidas, en la reunión de los países no alineados y en los cónclaves de los organismos internacionales de la región latinoamericana, exigir la intervención de la comunidad internacional para la solución de la ingobernabilidad del vecino país.
He visto con asombro como los hijos políticos de Bosch buscan argumentos peregrinos para criticar las medidas correctas del gobernante , actitud con la que reflejan la vergüenza de no poder exhibir el patriotismo que su maestro le predicó con el ejemplo y que hoy reivindica el presidente Luis Abinader.
Lo que quizás no puedan perdonar los líderes de la oposición es la grandeza, actuando a la altura de las circunstancias, creciéndose cada día más en defensa de su pueblo.
Finalmente, sin pretender querer sacar capital político a la presente crisis, la cual nunca asumirá el pueblo Dominicano, pienso que ante la proximidad del torneo electoral, la referida controversia pueda impactar el electorado que ama de verdad la obra de los padres fundadores de la República.
En consecuencia, ciudadanos y ciudadanas, las acciones positivas del gobierno se reflejarán en la voluntad de un pueblo inteligente como la sociedad Dominicana, la cual se mostrará dispuesta a respaldar a un mandatario valiente y visionario, digno del lucir en su pecho el pabellón tricolor.