Hay días en los que nada ni nadie nos podría hacer salir de la cama. Incluso cuando los rayos de sol inundan la habitación, la pereza vence en las primeras horas del domingo. Reivindicamos, pues, una mañana sin prisas y entre las sábanas. Pero que nos pasemos una mañana acostados no significa que no podamos pasar un buen rato. Hay quien aprovecha para leer, llevarse el desayuno a la cama o simplemente relajarse, pero si duermes acompañado esa modorra inicial suele dar paso a miradas sugerentes, caricias y mimos que irremediablemente conducen a probar, por qué no, el sexo mañanero.
A la satisfacción de la holgazanería se le une el placer del sexo, una combinación ganadora que una vez pruebes no querrás dejar de poner en práctica. Las mañanas tranquilas de domingo se convertirán en tu momento preferido. En concreto, las 09:00 a.m. del último día de la semana, según recoge una encuesta realizada por la empresa británica Superdrug.
¿La razón? Estar bien lejos -física y mentalmente- de las preocupaciones laborales. Lo sabe bien Molly, madre de tres hijos y con trabajo estable, quien aceptó el reto de tener sexo con su marido todas las mañanas para luego contar su experiencia en la revista ‘Prevention’. Fue en las horas tempranas del fin de semana cuando, libre de distracciones, pudo disfrutar de verdad y dar rienda suelta a sus deseos carnales.
No es realista, por tanto, planear hacerlo cada día, pero sí incluirlo en el repertorio de las mañanas tranquilas de domingo o durante las vacaciones.
Acurrucados
Esto, básicamente, son unas caricias apasionadas que terminan en sexo. Ponte cara a cara con tu pareja y dejaos enredar en una jungla de brazos, piernas y cuerpos. Se trata de una postura romántica, con mucho roce, donde el movimiento de las manos, las miradas y la compenetración conseguirán esa excitación extra, más allá de la penetración. Es para ir despacio y tomarse su tiempo, disfrutar de la otra persona, conocerla en lo más íntimo, y gozar de la memorable sensación de no querer estar en ningún otro lugar.
Boca arriba
Cuando uno se acaba de despertar, no controla bien las sensaciones de su cuerpo todavía adormilado. Es algo especial que vale la pena aprovechar. Si la mujer se pone encima de su pareja, puede cerrar los ojos y dejar que esta controle su mano hacia… ya sabes dónde. El roce entre los dos cuerpos excitará a ambos, lo que ineludiblemente llevará a tener más ganas de alcanzar el orgasmo.
El buenos días
Quizá no hay despertar más dulce que el sexo oral. Ponte en situación. Tumbado en la cama, en ese estado entre la vigilia y el sueño, mientras alguien allí abajo te proporciona con un ritmo lento, soñoliento, el mejor de los placeres.
Sin olores
Legañas, párpados caídos, pelos alborotados… lo que sea. Todo menos el mal aliento. Si quieres abrazar el prometedor potencial del sexo matutino, pero no soportas el olor de la boca de vuestra pareja nada más se despierta, entonces esta es la postura para ti. La mujer, echada boca abajo sobre la cama. Y el hombre, con el estómago sobre su espalda, la penetra por detrás. Al contrario que la posturas anteriores, esta se centra mucho en el ‘tomaydaca’. Por lo que, quizá, las tres forman una muy buena amalgama para una sesión mañanera bien variada.
Un domingo perezoso
Enhorabuena. Has conseguido romper el hechizo, saliste de la cama. Pero ahora viene una nueva prueba para esta mañana remolona: la bañera. Tú, que normalmente te duchas rápido, sientes la tentación cada vez más fuerte y, cuando caes, decides darte un buen baño. Pídele a tu pareja que te acompañe. Las mujeres pueden sentarse entre las piernas del hombre, inclinarse contra su pecho y dejar que la exciten con el movimiento de manos para alcanzar el orgasmo, sin olvidar que luego hay que intercambiar los papeles para que todo el mundo disfrute, claro.
Fuente: elconfidencial / MF