Reynaldo Peguero
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Han pasado 89 años desde que el general Trujillo descendiera a caballo al barrio La Joya, para visitar a Foro. Un boticario residente en una zona fundacional de Santiago, extendida por 0.9 Km cuadrados de este a oeste; desde la calle 30 de marzo hasta el río Yaque.
Ahí en la farmacia, Trujillo sin tirar un tiro, realizaría el reclutamiento intuitivo de mi abuelo. Supo enganchar por buenas razones, coacciones o negocios, el liderazgo popular. Foro como farmacéutico, dominaba la clientela que desde la Sierra bajaba a la avenida Valerio. El interés de Trujillo era integrarlo a la política y la venta de medicamentos Chevalier.
También era la época cuando Foro Gómez, José Armando Bermúdez Rochet y Antonio Trueba Colominas, examinaban, la base comunitaria de La Joya. Intercambiaban opiniones sobre frecuentes intoxicaciones alcohólicas y tuberculosos de la Sierra que bajaban a examinarse y adquirir medicamentos a la farmacia.
Para Santiago, esas historias se suman a las andanzas cristianas del creador de la Sastrería Rey, mi padre. Costurero con fama de hilar sotanas para sacerdotes y obispos; y esmóquines para bodas.
Son leyendas coincidentes con otras de diversos dirigentes, cuyas madres, padres y abuelos generaron la identidad y sentido de pertenencia que nos caracteriza.
Cuando regresé desde el exterior a la PUCMM, en los años 90, recuerdo que Faruk Miguel me comentó, “Reynaldo cuando retornes a tu campo, todo parecerá chiquito”.
Santiago es ejemplo de proyectos exitosos. Pero, para la ocasión faltaba el método que aportaría, el plan estratégico. También, la innovación que muchos cultivamos con Monseñor Agripino Núñez en PUCMM y en la Liga Ciudadana, auspiciados por Juan José Batlle y Robinson Abreu.
Nos favoreció, asimismo, que en Santiago pocos dominaban la gestión de proyectos, las relaciones internacionales con agencias y la explicación científica no de críticas o problemas, sino de soluciones.
La referencia es La Joya. La magia socio-cultural, los negocios de la avenida Valerio y sus líderes. Duré casi 15 años residiendo ahí. Este período fue decisivo, aunque luego comenzamos a subir hacia áreas más dóciles.
En La Joya funcionaron más de 40 almacenes mayoristas, 15 lupanares, hospedaje Yaque, un matadero, iglesias y escuelas. El carácter fue edificado al calor de la idiosincrasia joyera.
Esa historia nos forjó al tenor de «Así se templó el acero» y el «Último de los mohicanos» de Nikolái Ostrovski y James Cooper, respectivamente. Nos reconocemos como planificadores. De esos que antes de intentar ganar una guerra aplastante, organizan el éxito pacífico sin necesidad de cañonear y bombardear territorios.