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ONU Mujeres: desempleo es 50% mayor en mujeres que en hombres en América Latina y el Caribe

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SANTO DOMINGO, República Dominicana. – El informe “El Progreso de las Mujeres en América Latina y el Caribe 2017: ‘Transformar las economías para realizar los derechos”, de ONU Mujeres, señaló que las mujeres siguen encontrando obstáculos para insertarse en el mercado laboral, y llamó a proteger los avances alcanzados en materia de género y seguir avanzando hacia el cumplimiento de los derechos de las mujeres en la región.

El informe, elaborado por la oficina regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, fue presentado en Santo Domingo el pasado miércoles 2 de agosto, por ONU Mujeres República Dominicana en coordinación con el Centro de Estudios de Género y la escuela de Economía del Instituto Tecnológico (INTEC).

La presentación contó con la participación del doctor Fernando Filgueira, uno de los principales autores del informe, la doctora Esther Hernández Medina, economista, feminista y cofundadora de la Tertulia Feminista Magaly Pineda, y el doctor Omar Arias, gerente del área de Conocimientos y Agenda Global del departamento de educación del Banco Mundial.

En el informe se destaca que las normas de discriminación social y los sesgos de género en las políticas macroeconómicas, fiscales, comerciales y laborales limitan las posibilidades de inclusión de las mujeres. Además, generan una inclusión diferenciada con menores sueldos para labores iguales, las concentra en el sector informal, las sobrecarga con labores domésticas y de cuidado, y las priva de tener acceso a los sistemas de seguridad.

Señala que sigue habiendo una participación laboral desigual en la región: alrededor de 60% de mujeres participan en el mercado laboral, frente al 85% de los hombres, el desempleo en las mujeres es 50% mayor que entre los hombres, y la proporción de mujeres que no cuenta con ingresos propios es dos veces mayor, comparado con los hombres. Además, las mujeres siguen llevando la mayor carga doméstica, dedicando más del triple del tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (hombres, 12,7%; mujeres, 37,9%).

En el caso de la República Dominicana, el doctor Filgueira destacó que “la monoparentalidad femenina ha crecido en el quintil más pobre por la paternidad irresponsable”, provocando que en un 32.3% de los hogares de los quintiles más pobres, las mujeres aporten el 100% de los ingresos. “Es urgente prestar atención detallada a las evidencias que empiezan a llegar sobre un nuevo aumento de la pobreza en la región”, destacó.

Tres realidades desiguales

Para una mejor explicación de las realidades desiguales, el informe identificó tres realidades de mujeres definidas por factores estructurales: los pisos pegajosos, las escaleras rotas y los techos de cristal. En un extremo, están las mujeres en “pisos pegajosos”, quienes tienen educación primaria baja e ingresos familiares bajos, y cuya participación laboral es limitada y significativamente menor que la de los hombres. En el otro extremo, se ubican las mujeres con “techos de cristal”, quienes cuentan con educación terciaria e ingresos familiares altos, pero ven limitado su crecimiento y acceso a posiciones de toma de decisiones. Aunque éstas se encuentran en una situación más próspera se desempeñan en contextos laborales de discriminación y de segregación ocupacional manifestada principalmente en la brecha salarial.

Finalmente, entre los dos extremos se encuentran las que sufren de “escaleras rotas”, quienes cuentan con educación secundaria e ingresos familiares intermedios. Aunque las mujeres de este grupo están insertadas en el mercado laboral, carecen de redes de protección que les permitan avanzar significativamente hacia el empoderamiento económico y son vulnerables a caer en la situación de “pisos pegajosos”.

ONU Mujeres espera que este informe motive a la sociedad en conjunto a tomar consciencia sobre la urgencia de luchar por la igualdad de género, y plantea en el informe seis estrategias o recomendaciones, entre las que se encuentran el reconocer, reducir y redistribuir el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, avanzar en la construcción de sistemas de protección social universal con enfoque de género, y contener los efectos adversos de la desaceleración económica en la igualdad de género.

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