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Santo Domingo

Tres momentos de la destrucción del PLD

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Entre los argumentos levantados por Danilo Medina, Abel Martínez, Charlie Mariotti y las bocinas del PLD para no hacerle frente a la realidad de que un grupo de sus dirigentes y funcionarios están siendo investigados por corrupción, está el alegado de que todo se trata del propósito del PRM para destruir al partido fundado por Juan Bosch en 1973.

Ellos dicen que se busca destruir al PLD, cuando en realidad ese partido hace tiempo que fue destruido, al menos en las esencias con que fue creado y en la magnitud de gran partido que alcanzó, cuantitativamente hablando.

Esos datos de la realidad nos introducen a la pregunta ¿Quiénes y cuándo destruyeron puntualmente al PLD? Veamos.

Ese partido surgió con el propósito fundamental de “completar la obra de Duarte”, como “un nuevo camino” que vendría a establecer un régimen de institucionalidad democrática y a dejar atrás todo el pasado de usar la política para beneficiar intereses personales, familiares y grupales, en detrimento de  la mayoría del pueblo que desde el nacimiento de la República ha padecido pobreza y atraso.

Son muchas las causas y eventos que marcan la evolución o involución del cuerpo social que es un partido político. Cito a continuación momentos puntuales que destruyeron cualitativa y cuantitativamente al PLD como la fuerza política que fue.

En las elecciones de 1986, 1990 y 1994 Joaquín Balaguer se impuso a Jacobo Majluta, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez usando todos los recursos del poder del estado, en especial la estructura que organizaba, dirigía y arbitraba los comicios, así como a las Fuerzas Armadas, a la Policía Nacional, y los organismos de inteligencia del Estado.

Majluta “perdió” por una diferencia inferior al número de los votos observados, que nunca se contaron; Bosch calificó de “fraude colosal”, el que se le hizo en 1990, por lo que Leonel Fernández escribió el libro “Raíces de un poder usurpado”, y en 1994 Peña Gómez documentó el fraude, dando lugar a una crisis política que conllevó el recorte del mandato gubernamental de Balaguer en dos años, de 1994 a 1992.

Pese a materializar esos tres fraudes electorales, para las elecciones de 1996, como no podría presentarse a esa consulta, y para  impedir que José Francisco Peña Gómez ganara la presidencia de la República, Balaguer usó todos los recursos del estado y sus mañas electorales paras imponer en el poder a Leonel Fernández.

Ahí se impuso la primera destrucción del PLD del “nuevo camino”, al amarrarse en un concubinato con Balaguer, heredero de la tiranía de Trujillo y de la imposición de las tropas norteamericanas de intervención de 1965.

Ahí quedó desflorado ideológicamente el PLD, sucumbieron los principios boschistas y nació entre los peledeístas la “ideología” Balaguer…aquellos polvos empujaron estos lodos que hoy estamos viendo en los tribunales.

Una segunda “destrucción” del PLD democrático que habíamos conocido se produjo cuando traicionando un acuerdo de hermanos con Danilo Medina, Leonel Fernández se le impuso usando todo el peso del oficialismo, lo que llevó a Medina a acusar “me venció el estado”.

Era la corrupción estatal aprendida, aplicada en la política que compra a los propios compañeros para imponerse Leonel a Danilo.

Esa corrupción ha sido denunciada por dirigentes de la estatura de Temístocles Montás, quien precisara que “el dinero lo ha corrompido todo en el PLD”, y que para las campañas electorales de 2008, 2012 y 2016 su partido recibió dinero de la mafia de Odebrecht.

La putrefacción también ha sido denunciada por Felucho Jiménez, quien ha denunciado que en su partido hay jorocones que no sólo se han apropiado de recursos del estado sino que se satisfacen en mostrarlos en público.

El tercer factor puntual de la destrucción del PLD vino en el aspecto cuantitativo, cuando la ambición desmedida de poder, tanto de Leonel Fernández como de Danilo Medina, provocó una división irremediable, pues han devenido en líneas paralelas que por más que se prolonguen no pueden juntarse.

Pueden reburujarse, pero jamás unirse, y en ese caso constituirse en suma que resta.

jpm-am

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