Por Yeudy Maldonado
El tópico del Cambio Climático en los últimos años se ha ido colocando en uno de los temas de mayor importancia del siglo XXI y en el centro de la agenda política de muchos gobiernos en todo el mundo.
Para algunos, esto se ha debió al incremento del interés ciudadano respecto al medioambiente, específicamente de las nuevas generaciones, lo que ha llamado la atención de algunos partidos políticos o denominados verdes, que utilizan el calentamiento global como plataforma para atraer a la mayor cantidad de adeptos posibles y que esto se traduzca en votos. A esto se le suma, el interés por el tema de figuras públicas como artistas, cantantes, deportistas, influencers y estrellas de cine que, ayudados por documentales y grandes producciones televisivas, han ido poco a poco, colocando en el interés colectivo, como si se tratase de una moda, el tópico del Cambio Climático y sus distintas manifestaciones.
Para los más optimistas, el actual frenesí internacional desatado por el Cambio Climático, más que un tema de moda o pasajero, se debe al llamado de atención de organismos internacionales de peso, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que a través de reportes, investigaciones y análisis con rigor científico, plantean un progresivo deterioro del planeta tierra causado por los altos niveles de contaminación, lo que ha motivado una preocupación mundial y la necesidad de tomar medidas inmediatas.
Independientemente de las posiciones ideológicas al respecto, que en algunos casos se logran situar en los extremos, negando la existencia del Cambio Climático o asumiendo la bandera del denominado ecologismo radical, que plantean una transformación social inmediata a un modelo ecocéntrico, lo cierto es, que el impacto sistemático de la actividad humana en el planeta, ha ido dejando huellas imborrables y consecuencias en múltiples aspectos para la vida en la tierra.
Un ejemplo de esto lo representa la llamada “Lista Roja” de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que en la actualidad estableció a más de 42,000 mil especies bajo amenaza de extinción, dígase, desaparecer, todas provocadas por la contaminación. A esto se le agrega los constantes incendios forestales en la región amazónica de Brasil, generados por la deforestación y la tala indiscriminada de árboles, que solo en el 2019 provocó el equivalente a la quema de unos 72,000 mil campos de fútbol.
La lista de ejemplos puede seguir y extenderse mucho más, si se colocan los efectos dejados por la industria petrolera, química o el sector minero, sin embargo, a pesar de esta realidad latente, de los esfuerzos internacionales llevados a cabo con la celebración de las famosas cumbres ambientales COP, son pocas las voces y líderes que asumen un discurso político de la necesidad de un mayor esfuerzo y compromiso racional, para poder revertir los efectos negativos de la contaminación en el mundo, como el presidente de Brasil Lula da Silva y su homólogo colombiano Gustavo Petro, quienes en escenarios y momentos distintos, han realizado duras críticas a los constantes discursos en famosos foros y organismos internacionales, que al final quedan en el aire, como si se tratase de una competencia de moda para ver quien hace la mejor disertación.
Al final, los hechos están, se hace necesario la toma de decisiones que permitan enfrentar los daños y mitigar los efectos derivados por la contaminación humana, y para ello, no se requiere esperar a las acciones que puedan tomar los países, también los cambios individuales, como ciudadanos, personas y seres vivientes de este único planeta en el universo al cual podemos llamar hogar, son importantes, pues toda acción cuenta, por más grande o pequeña que sea, cuidemos de nuestra “Pachamama”.
Excelente dato informativo