Por: Yenifer Gil
¿Cómo lidiar con la culpa? Es una pregunta a la cual aún no daré respuestas, porque aún no las tengo; más bien quiero compartir contigo que pienso de la misma y que tú me cuentes tu experiencia si la has sentido y como la has manejado.
Sentir culpa la mayor parte del tiempo es algo que nos sucede a una gran mayoría con mucha frecuencia, lo cual generalmente se agrava cuando nos convertimos en madres, sobre todo por el gran bombardeo que recibimos de la sociedad, en especial de la familia y de los amigos con ideas o patrones de conducta preconcebidos de acuerdo a su propia historia, personalidad o al tiempo en que estamos viviendo.
En mi caso en particular, les cuento que con la llegada de mi bebé una de las grandes revelaciones ha sido el darme cuenta lo mal que gestiono el sentimiento de culpabilidad y como he tenido grandes episodios de ansiedad, de mucha presión y hasta de indignación porque simplemente no he cumplido las expectativas de lo que los demás e incluso de lo que yo misma esperaba de mí en esta etapa acorde a las informaciones con las cuales ya venía en mi “disco duro interno” y acorde a las exigencias del momento.
Podría contarles cientos de anécdotas experimentadas en los últimos 6 meses desde que Abby llegó al mundo y me embarqué en este rol que inició mucho antes, pero para no extenderme les diré que contrario a muchas mujeres que decidieron dedicarse única y exclusivamente a sus hijos (olvidándose en algunos casos hasta de sí mismas) mi mente, cuerpo y corazón se activó para indicarme que aun siendo madre debo detenerme y hacer algunos ajustes en mí, de modo que pueda darle una mejor calidad de vida y una mejor crianza a mi hija para que ella vea como algo normal lo que a mí me ha costado tanto conseguir: Amarme a mí misma y sentir la seguridad de que lo estoy haciendo bien aún lo haga diferente a la mayoría.
Les cuento que el no poder amamantar de manera exclusiva fue una de esas primeras presiones con las que tuve que enfrentarme a mí misma, simplemente ¡porque si otras podían yo también! Y vaya frustración la que experimenté. He sentido culpa porque me integré al trabajo de manera muy natural y tranquila cuando la mayoría de madres lloran durante días porque han dejado a sus bebés, hasta el punto de cuestionarme y fingir tristeza porque todo el mundo entendía que debía de llorar y sentirme mal, cuando en realidad sentía paz, pues había dejado a mi hija bien cuidada. Aun me cuesta salir cada día durante 30 minutos a caminar, porque debería estar con mi bebé ya que durante toda mi vida he escuchado que después que tuviera un hijo ya no tendría tiempo para mí, ni podría hacer más nada que no fuera cuidar de ella; entre otras miles de ideas que nos agobian no solo en el ámbito de la maternidad; sino en otras áreas y que no nos dejan fluir.
Te comparto mi experiencia porque quizás al igual que yo has sufrido bastante en silencio por querer seguir un patrón y no atreverte a ser y sentirte diferente a la gran mayoría. La misma maternidad me ha ayudado a descubrir que no hay un manual único, que las cosas no se ven desde una sola óptica, que cada quien es y gestiona su vida y sus emociones como entiende y que nadie mejor que Tú sabe que es lo mejor para ti y para tu criatura. He podido comprender que para que mi hija esté bien, yo debo estar mejor y eso incluye cuidar mi salud, mis sentimientos, pensamientos y acciones. Así que te invito a no detenerte y organizarte para que a través de una buena planificación puedas lograr todo lo que tengas que hacer sin olvidarte de ti misma; pero sobretodo concédete el permiso de hacer aquellas cosas que te producen bienestar y que te hacen feliz; eso no te hará ser una mala madre; al contrario.
“Un deseo no cambia Nada, una decisión lo cambia Todo”