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¿Cuándo preocuparse? 6 síntomas de sobreendeudamiento

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El crédito es una herramienta muy valiosa en nuestras finanzas, pero también puede convertirse en un problema difícil de  superar y con secuelas graves en varios aspectos de nuestras vidas. En este terreno, como en tantos otros, la clave es no incurrir en excesos. Pero el límite entre un nivel de endeudamiento sano y el sobreendeudamiento no siempre parece preciso. Además, incluso teniendo claro cuál es borde, muchas deudas no son el producto de un cálculo frío y bien planificado, sino de una situación de emergencia en la que no hubo más opción que asumir un nuevo producto de crédito, a sabiendas de que suponía un peso demasiado grande para nuestro bolsillo. Por eso el sobreendeudamiento es un problema tan habitual, incluso entre quienes son verdaderamente buenos administradores.

¿Cómo saber cuándo estamos sobreendeudados?

Una respuesta rápida puede ser que estamos sobreendeudados cuando nuestra capacidad de pago es insuficiente para responder a los compromisos adquiridos. Pero ¿cuándo es insuficiente? Aquí es que no siempre tenemos las cosas claras. A modo de guía para determinarlo, hicimos una lista de algunos de los síntomas más habituales del sobreendeudamiento. Por ser tan obvios excluimos algunos de los más severos; por ejemplo, deber desde abril el doble sueldo del próximo diciembre o que los bancos dejen de llamar para  ofrecer tarjetas y empiecen los aún más molestas mensajes de los turbocobros.

Si las cuotas superan el 35% de tu ingreso fijo

Algunos financistas recomiendan umbral o techo de deuda cercano al 35% del ingreso de la persona o el hogar. Esto, por supuesto, dependerá de cada presupuesto: total de ingresos, gastos fijos, gastos potenciales esperados, del tamaño de la familia, etc. Una persona soltera con gastos fijos en alimentación y servicios básicos que no superen el 40% de su ingreso puede asumir una hipoteca y comprometerse a pagar cuotas mensuales equivalentes al 35% de sus ingresos. Quedaría el 25% restante disponible para ahorrar y responder a imprevistos. Sin embargo, una familia de cuatro miembros con el mismo nivel de ingreso y gastos fijos que supongan el 70% de ese monto, no podría darse el lujo de asumir cuotas que representen el 35% de su ingreso. En este caso convendría fijarse un techo de 20%,  preferiblemente, e incurrir en los compromisos después de haber formado un fondo de emergencias  o ahorro para eventualidades. En conclusión, el nivel de deuda que una persona o familia puede adquirir sin sobreendeudarse dependerá del tamaño de su ingreso, por supuesto, pero también de sus gastos fijos. Lo recomendable es que siempre quede un margen que podamos destinar al ahorro, aunque temporalmente sea modesto.

Si pagas, pero vuelves a endeudarte para llegar a fin de mes 

Este es otro síntoma de sobreendeudamiento. Si puedes pagar las cuotas de tus préstamos o tarjetas, pero el resto de tu salario se acaba antes que la quincena, estás en una situación de déficit. En este punto, la crisis solo puede profundizarse si no se toman medidas correctivas, sobre todo cuando se paga interés por el crédito. Conviene evaluar las vías para reducir gastos o contemplar la posibilidad de aumentar los ingresos, o apostar a ambas, si es posible.

Si llevas meses haciendo solo el pago mínimo a la tarjeta de crédito

El crédito plástico está entre los tipos de deudas más frecuentes. Contrario a lo que muchos piensan, hacerle el pago mínimo a la tarjeta de crédito NO evita el pago de intereses. De hecho, esta cuota se determina considerando los intereses acumulados, las comisiones bancarias, los cargos que se generen y una proporción del capital adeudado y del vencido.

Si se decide hacer solo el pago mínimo, el capital adeudado irá reduciéndose, pero al final los intereses pagados representarán una suma casi tan alta como el monto total consumido inicialmente. Lo ideal, para un buen manejo financiero, es evitar esta práctica.

Si esperas un ingreso extraordinario para pagar el capital

Si solo pagas intereses de tus préstamos y estás esperando “una brisita” que no quedó de llegar para amortizar, estás sobreendenduado/a. Lo recomendable es que, al asumir una deuda, tengamos elaborado el plan de pago. Como las deudas no siempre son planificadas, y nuestras decisiones no siempre son racionales, este es un escenario más que probable. Este síntoma se manifiesta también si tienes que hipotecar bienes o pedirle ayuda a parientes y amigos para pagar el capital.

Si pides un préstamo… para pagar otros

Pagar créditos con otros créditos con mucha frecuencia es una manifestación de sobreendeudamiento. Por el estrés que genera tener varias deudas dispersas, es frecuente que los deudores se sientan atraídos por la opción de consolidar. Pero ¡ojo con esto! Es importante asegurarse de hacerlo con el producto financiero correcto. Por ejemplo, que el nuevo préstamo tenga una tasa de interés inferior a las de los créditos vigentes y que el monto de las cuotas mensuales no resulte superior a la capacidad de pago que se tiene.

Intranquilidad

Si, aunque no estemos en ninguna de las situaciones anteriores, las deudas nos provocan intranquilidad, puede ser que estemos manejando un exceso de crédito, no por falta de capacidad de pago, sino por un rechazo particular al endeudamiento. Muchas personas tienen una verdadera aversión a las deudas y al crédito, incluso cuando tienen niveles que se consideran sanas desde el punto de vista financiero. En este caso conviene saldar los compromisos en cuanto el bolsillo lo permita, sin sacrificar  el fondo de emergencias.

Estado de alerta

Antes de llegar al endeudamiento excesivo está la situación que podemos llamar de alerta. Es lo que ocurre cuando alguien puede cumplir satisfactoriamente con sus compromisos sin necesidad de incurrir en otras deudas o pedir el auxilio de parientes y amigos, pero siente que su presupuesto tiene mucha estrechez. En este caso también es recomendable explorar medidas que apunten a la reducción de gastos o al aumento de ingreso, así sea de manera extraordinaria, para ganar un poco de libertad financiera. Puede ser oportuno, por ejemplo, vender cosas que no necesitas o no usas mucho y utilizar el dinero para reducir las cuotas del préstamo. Eso evitaría entrar en una situación de sobreendeudamiento.

Fuente: argentarium.com

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