EL INFORMANTE.
La crianza representa un gran reto para todos y muchas veces podemos cometer el error de proyectar frustraciones y traumas personales en la formación de nuestros hijos.
Escuchamos con frecuencia a padres decir: “No quiero que mis hijos pasen lo que yo pasé”, “Mis hijos nunca pasarán trabajo”, entre otras frases que hacen alusión a la intención de algunos padres de que sus hijos tengan un estilo de vida superior al que ellos tuvieron, aunque esto sea a base de deudas, prestamos e inversión de tiempo completo en actividades productivas, todo a fin de suplir cada una de las necesidades y cumplir los caprichos de los niños.
Podría parecer heroico el hecho de que los padres realicen un sacrificio de tal magnitud, pero ¿hasta qué punto están haciendo vivir a sus hijos en un mundo falso?
Ofrecer un estilo de vida económicamente superior al que verdaderamente corresponde de acuerdo a las posibilidades de la familia es muy peligroso para la formación de la personalidad de los jóvenes. Este estilo de crianza integra a los niños y jóvenes en ambientes y grupos donde la competencia puede ser muy exigente, lo cual empuja cada vez más a incrementar las demandas materiales de los hijos hacia los padres, quienes temen enfrentarlos con una respuesta negativa a sus peticiones y a la vez obliga a los jóvenes a llevar una doble vida entre el hogar y la sociedad, entre “lo que verdaderamente soy y lo que los demás piensan que soy”.
Esta situación necesariamente trae consecuencias en el sano desarrollo de la autoestima y la personalidad. Podemos observar a padres e hijos frustrados como consecuencia de este sistema: padres que no comprenden la rebeldía de hijos a quienes “les dieron todo”, e hijos frustrados, avergonzados de unos padres que no sostienen su falsa realidad, que se convierten muchas veces en mitómanos para guardar las apariencias.
Cuando suplir todo a los hijos para que no se “frustren” se convierte en una obsesión, debemos tomar acción y comprender que, si bien es cierto que como padres tenemos la obligación de suplir las necesidades básicas de nuestros hijos, también debemos velar por su sano desarrollo psicológico.
Estimular un sano desarrollo El sano desarrollo psicológico de los hijos solo se puede lograr basando la crianza en la realidad, el amor y la disciplina en equilibrio. Hay que enseñarles la importancia de sentirse orgullosos de sus raíces y su procedencia, comprendiendo que la mayor herencia que podemos sembrar en nuestros hijos es la educación, una sana autoestima, y los valores humanos.