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Santo Domingo

La trampa en la que está metida la justicia dominicana

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La República Dominicana se encuentra entre los últimos lugares del mundo en materia de independencia judicial, de acuerdo a un ranking del Foro Económico Mundial que sitúa al país en la posición 130 de 137 naciones que figuran en el listado.
Y nos preguntamos, ¿por qué nos encontramos tan mal en materia de justicia?
Hasta 1994 la República Dominicana tenía un modelo de escogencia de las altas cortes muy atrasado, donde aquel que tenía el Senado de la República controlaba la justicia dominicana, ya que este tenía la facultad de elegir los jueces de la Suprema Corte de Justicia (y demás tribunales, art. 23 Constitución 1966). Con la crisis pos-electoral de 1994 se abrieron las puertas a una modificación constitucional que dio paso a una reforma del sector justicia, a partir de la Constitución de 1994 los jueces de las altas cortes eran elegidos por el Consejo Nacional de la Magistratura que, estaba compuesto por;
Presidente de la República
Presidente del Senado
Presidente Cámara de Diputados
Presidente Suprema Corte de Justicia
Diputado del segundo partido con más diputados (diferente al partido o bloque de partidos del Presidente de CD)
Senador del segundo partido con más senadores (diferente al partido o bloque de partidos del Presidente del Senado)
Representante de la SCJ

En el 2010 la Constitución dominicana fue reformada nueva vez, y si bien es cierto que con esta reforma tuvimos grandes avances en materia constitucional, no menos cierto es que volvimos a retroceder en materia de justicia o el método para elegir los jueces de las altas cortes, porque el Presidente de la República pasó a tener el control absoluto de la justicia fruto de que la dicha constitución cambió la estructura del Consejo Nacional de la Magistratura agregando al Procurador General de la República. Ahora el presidente es quien elige los jueces, no importa si tiene el control del congreso o no, y los demás miembros no son más que caricaturas que legitiman dicho proceso.
Ejemplo; imaginemos el Presidente de la República en estos dos escenarios:
1. Tiene el control del Congreso de la República:
Votos del Presidente de la Republica:
• Presidente de la República
• Presidente del Senado
• Presidente Cámara de Diputados
• Procurador General (Nombrado por el Presidente de la República)
Votos de la oposición:
• Representante Cámara de Diputados
• Representante del Senado
Votos Independientes:
• Presidente SCJ
• Representante SCJ

2. No tiene el control del Congreso de la República:

Votos del Presidente de la Republica:
• Presidente de la República
• Representante Cámara de Diputados
• Representante del Senado
• Procurador General (Nombrado por el Presidente de la República)

Votos de la oposición:
• Presidente de la Cámara de Diputados
• Presidente del Senado
Votos Independientes:
• Presidente SCJ
• Representante SCJ
Si nos damos cuenta, en ambos escenarios solamente hay dos opciones;
1) Que no haya un empate
2) Que haya un empate
En caso de que haya un empate, adivinen quien tiene el voto de desempate, papapaaaán, Sí, el Presidente de la República.
Nota: Podrían darse otros escenarios, pero viendo la historia política dominicana, donde de 1966 hasta 1994 con excepción del 1990 hubo un bipartidismo entre PRSC y PRD, del 2004 hasta el 2013 (PLD y PRD) y actualmente PLD y PRM, nos dice que es casi imposible que esos escenarios se den.
Al final, la forma en como está estructurado el Consejo Nacional de la Magistratura va a poner el control de la justicia de manera casi directa en manos del Presidente de la República, aparte de que a este consejo se le dieron otras atribuciones como: elegir los jueces del Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional, por lo que también tendrá el control del máximo órgano de justicia electoral y constitucional, lo que constituye un retroceso en la modernización política del sistema político dominicano.
Por eso, cuando veo los titulares que dicen el “Consejo Nacional de la Magistratura” va a elegir los jueces del Tribunal Constitucional me dan ganas de reír. Concluyo diciendo; la justicia dominicana está metida en una trampa.

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