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Los principios de la nueva generación

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Por: Randy Estrella

En los últimos días se ha producido un gran debate en los medios de comunicación acerca de los cambios sociales y estructurales que vive la República Dominicana, desde la música, la comunicación hasta la ética, moral y cultura de consumo que impactan en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo la seguridad ciudadana. En la presente reflexión analizaré el tema desde la perspectiva de los símbolos planteada por el filósofo alemán de origen judío, Ernst Cassirer.

Para Ernst Cassirer lo que diferenciaba al homo sapiens de cualquier otra especia era su capacidad simbólica, de ahí que lo llamara “animal simbólico”, él lo explica así:

El hombre no vive en un universo puramente físico sino en un universo simbólico. Lengua, mito, arte y religión […] son los diversos hilos que componen el tejido simbólico […]. Cualquier progreso humano en el campo del pensamiento y de la experiencia refuerza este tejido […] 

El hombre necesita de la construcción de símbolos para comprender e interpretar el mundo, de ahí lo fundamental del lenguaje, la capacidad de comunicar lo que se piensa, por esa razón es que Sartori llama al ser humano un “animal parlante”. El hombre hombre no piensa lo que oye, sino lo que interpreta; primero construye símbolos familiares para luego razonar sobre un tema X, porque la única forma de imaginar lo que no se conoce, es construir un símbolo que lo represente. 

La mayoría de palabras que están en nuestro lenguaje son puras abstracciones que no podemos representarlas fielmente con alguna imagen real, por tanto nuestros paradigmas políticos (Estado, democracia, social, liberal), paradigmas sociales (familia, moral, ética, cultura, mitos, ritos), paradigmas económicos (capitalismo, socialismo, comunismo), paradigmas religiosos y científicos, son imaginarios a través de los cuales interpretamos el mundo, la sociedad y sus recursos: cómo es y cómo debería de ser? Por tanto, lo que vemos y escuchamos son el alimento que sirve para construir nuestros paradigmas (mapas que nos sirven de guía para interpretar y caminar por el mundo). 

Las sociedades se construyen sobre fundamentos políticos, económicos y culturales, los cuales sirven de pilares para sustentar el peso que implica conservarlas a lo largo del tiempo, y para esto se diseñan principios éticos, morales y jurídicos; la inobservancia de los principios éticos implica una autocondena, inobservar los principios morales implica una condena social e inobservar los principios jurídicos conlleva a una condena penal o civil. El Estado moderno nace de esa capacidad que tuvo el hombre para dar paso a estos principios, la sociedad moderna es consecuencia de ese consenso. 

En los últimos años hemos visto cómo se vienen fusionando (convirtiendo de sólido a líquido) los principios éticos y morales que habían sustentado la sociedad dominicana, buscando nuevos recipientes para darle forma a conveniencia del nuevo fin de la vida (el consumo, la apariencia, el fronteo y el hedonismo), los cuales se refuerzan a través de la música urbana y medios de comunicación, los últimos como expresa Sartori en su Homo Videns, quitan la capacidad de imaginar del sapiens y piensan por ellos eliminando la frontera entre este y las demás especies. 

El tiguere del barrio se ha convertido en el paradigma de esa sociedad, las acciones ilícitas y antisociales que lleva a cabo son bien vistas, porque la música y medios de comunicación que esa gente sigue lo han normalizado, la forma en cómo interpretan el mundo gira en torno a cuánto pueden ganar, comprar y frontear, jugando un rol determinante la influencia de la importada cultura del consumo y las ideas posmodernas que han desintegrado los principios morales que mantuvieron a raya a esa sociedad por décadas.

Por otra parte tenemos el lenguaje del barrio, el cual es una prisma de cristal que describe fielmente lo que piensan y cómo interpretan el mundo que les rodea, de ahí que han construido sus propios símbolos de violencia para expresar lo que entienden que son y deberían ser, y logrando expandir esas ideas por toda la sociedad dominicana.

Pero contrario a lo que se propaga a través de los nuevos medios de comunicación y la nueva música urbana; el bien no está ligado al placer necesariamente, el fin de la vida no es el placer, no debemos obtener este a cualquier precio; la idea de felicidad eterna no es cierta, el ser humano tiene buenos y malos momentos, por tanto, no siempre estaremos en medio del placer, pensar diferente a eso es aceptar el principio hedonista que nos llevará al consumo de drogas o robar, atracar o entrar en negocios ilícitos para satisfacer las necesidades creadas por los principios que decidimos seguir. El querer la ropa que usa el artista, tener la modelo que presenta el instagram y vivir la vida de placer que venden a través de sus redes no son ideas sanas para la sociedad, más cuando quienes venden ese estilo de vida, dan una solución poco ética para obtenerla: ser narcotraficante, gente de la calle (atracador), ser chapiadora del narco o del bregador, el chipero o el lavador. 

Decía la gran intérprete chilena, Mercedes Sosa; “cambia, todo cambia”, pero no desde la espontaneidad, sino desde la planificación, las reformas o la revolución, y no siempre hacia el progreso, otras veces se da como proceso involutivo o retroceso, contrario a lo que plantea el optimismo histórico del progreso lineal continuo, el darwinismo social o el materialismo histórico de Karl Marx.

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