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PENSILVANIA Y WISCONSIN LOS DOS ESTADOS DECISIVOS EN LA CONTIENDA PRESIDENCIAL DE LOS ESTADOS UNIDOS

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Por: Yeudy Maldonado Báez
Politólogo

​La actual campaña presidencial estadounidense cada vez más se acerca a su punto decisivo. A poco tiempo de elegir quien se convertirá en el nuevo presidente de dicha nación, el panorama político-social se encuentra en una situación sumamente compleja y en un relativo empate técnico entre ambas candidaturas (Kamala/Trump), que tras el debate han tratado de redefinir sus estrategias políticas, concentrando todos sus esfuerzos en los estados claves que les ayuden a conseguir el número mágico de los 270 electores necesarios para ganar.

​Los estados claves, conocidos como estados pendulantes (en inglés, swing states), estados en disputa o battleground states, incluyen a Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin. Estos territorios se han convertido en la joya de la corona en la actual carrera por la Casa Blanca. El resultado de las elecciones presidenciales dependerá en gran medida de la capacidad y destreza de los equipos estratégicos de los partidos Demócrata y Republicano para conquistar el voto indeciso en estos estados, que tienen una capacidad para inclinar la balanza electoral en favor de cualquiera de los candidatos.

​Las condiciones propias de muchos de estos estados, el registro electoral de pasadas campañas presidenciales y el actual posicionamiento de las candidaturas de Trump y Kamala, permiten realizar un ejercicio práctico para indicar que de seguir en la carrera por la Casa Blanca, no ser descartado en las primeras horas del proceso de votación y tener un margen de triunfo considerable, para la campaña del expresidente Trump será crucial consolidar la victoria en Carolina del Norte, Georgia y Arizona. De los siete (7) estados en disputa, estos tres tienden a ser más conservadores debido a factores demográficos, sociales, culturales y de una ardua campaña de posicionamiento de candidatos republicanos, haciéndolos más receptivos a sus propuestas.

​La campaña de Kamala, para mantenerse competitiva el día de las elecciones, debe concentrar sus esfuerzos en ganar Michigan y Nevada. Estos dos (2) estados, de los siete (7) en disputa, muestran una mayor tendencia hacia los demócratas debido al crecimiento de las áreas urbanas en sus distintos condados. En estas áreas se concentra una mayor cantidad de jóvenes, migrantes y minorías, lo que, junto con los registros electorales de pasadas elecciones, evidencian un proceso de posicionamiento significativo por parte del partido Demócrata. Este posicionamiento ha permitido al partido ganar miles de adeptos y construir una base sólida en los cascos urbanos.

​Esto coloca en la mira de ambas campañas a los estados de Pensilvania y Wisconsin, ya que son los más independientes de los siete en disputa y adjudicarse un triunfo en cualquiera de estos dos estados, se convertiría en un duro golpe estratégico para el candidato adversario. Sus registros electorales, desde el año 2008, muestran un cambio constante de partidos tras cada proceso electoral, convirtiéndolos en impredecibles respecto a quien se inclinarían el día de las elecciones. Además, el peso del número de electores que representan (Pensilvania con 19 y Wisconsin con 10) los convierten en los estados más codiciados para ambas candidaturas. Obtener una victoria en cualquiera de ellos podría asegurar los 270 electores necesarios para ganar las elecciones y obtener un pase directo hacia la Casa Blanca.
​La situación se vuelve más compleja al analizar profundamente las encuestas. Kamala lidera la intención de voto en Pensilvania y Wisconsin, estados donde aquel candidato que los ha ganado en las últimas tres elecciones presidenciales, lo ha hecho con un margen que no supera el 2% de diferencia ante su competidor, indicando que la contienda siempre es reñida en ambos territorios.

​Esto no implica que Trump esté fuera de la carrera. En las elecciones de 2016, aunque perdió el voto popular, logró obtener más de los electores necesarios para ganar. De manera similar, en 2020, perdió nuevamente el voto popular, pero obtuvo un número significativo de electores que le permitió competir con Biden. Esto sugiere que, en cada proceso electoral, sus votantes han sido subestimados, y en el día de la elección, estos salen a votar masivamente en apoyo a su candidato, lo que pudiera significar un impulso importante para su campaña el día de las votaciones.

​Independientemente de que gane Kamala o Trump, el resultado de la actual contienda presidencial estadounidense será histórico. Lo que ocurra en noviembre transformará el panorama mundial durante los próximos cuatro años, y todos seremos testigos privilegiados de los cambios que se avecinan, sean estos positivos o negativos, así que habrán bien los ojos, para que no se los lleve la corriente.

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