Me gustaría iniciar esta breve reflexión citando el Génesis del asunto. Tal y como se le conoce Hookah o el Narguile, su nombre es de origen Árabe, lo que por su naturaleza no tiene ningún significado que vaya a dañar la imagen de quienes decidan consumir el producto.
Por ejemplo, le llaman también Shisha que significa “vaso”. Narguile que proviene de Persa y significa “coco”. Y Hookah que es del Árabe y significa caja pequeña, y con ese nombre se le conoce aquí y en otras partes del mundo, por lo que no veo nada mal en esto.
¿Donde está el meollo del asunto? Que queremos perseguir los casos simples cuando tenemos otros tan grandes y no somos capaces de asumirlos con determinación, el uso de la Hookah no es el problema, el problema es otro y todos lo conocemos, y voy hacer conservador con sólo referirme a uno de tantos, pues les invito a visitar a Bani y se darán cuenta de lo que decimos, lo que sucedió en ese lugar y lo que está sucediendo en otros pueblos es lo que debería preocupar a quiénes persiguen a un simple distribuidor o consumidor de Hookah.
Yo tengo una propuesta y hoy me gustaría compartirla con ustedes queridos lectores, es la siguiente. En vez de sentenciar el uso de la Hooka ¿Por qué no la fiscalizamos? Con esto ganaríamos todos, ¿O a caso el uso del Tabaco no está fiscalizado y el de otras aromáticas que están tipificadas como dañinas para la salud?
Ahh es que en nuestro país la soga empieza a cortar por lo más débil.
Vamos a pensar en la fiscalización, está demostrado en los países desarrollados que ha dado mejor resultado la legalización que la penalización, y el Estado es recaudador, debemos pensar como un país desarrollado, la pava no puede seguir poniendo donde ponía.
No puedo terminar sin antes decir que gracias a la llegada de la Hookah, muchas familias pueden subsistir, por lo tanto el aparato no puede ser castigado sino fiscalizado.