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Saber lidiar con los hijos ajenos

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Luego de una separación, muchas personas toman la decisión de rehacer su vida sentimental, uniéndose a una nueva pareja. Sin embargo, esto podría representar un verdadero reto cuando existen hijos de uniones anteriores.

Lidiar con la formación, y en ocasiones el rechazo de los hijos de la pareja es una tarea que requiere de paciencia y, sobre todo, requiere de la capacidad de poder comprender el rol que debe desempeñar y el tipo de relación que se debe establecer con los hijos de la pareja.

Generalmente observamos en consulta la lealtad que guardan los hijos al padre o la madre biológica, con quien usualmente viven luego de un divorcio, y los sentimientos de rechazo hacia la nueva pareja que llega a la vida de uno de sus progenitores.

Es importante tener muy claro que, la madre biológica del niño y el padre no pueden ser reemplazados, y es crucial que nunca un padrastro o madrastra se presenten como la ‘nueva mamá’ o el ‘nuevo papá’. Una introducción como ésta solo logrará que el padrastro o la madrastra sean rechazados por los niños y la madre o el padre biológico, quienes ejercen influencia indirecta en la aceptación o el rechazo de los niños a la nueva relación de papá o mamá.

Del mismo modo, el niño no debería tener que llamar al padrastro o madrastra ‘mamá’ o ‘papá’. Esto solo debería ocurrir en la línea de tiempo del niño, y debe surgir de forma espontánea, nunca impuesta.

Dentro del rol de la madrastra o el padrastro no está el transformar o reformar a los hijos de la pareja. Esta es una tarea que corresponde a los padres biológicos y que puede ser apoyada o respaldada por los padrastros o madrastras en caso de estar de acuerdo.

El papel fundamental del padrastro o madrastra debe ser de apoyo y establecer límites claros que fomenten la confianza y el respeto. No debe asumir el papel de la disciplina, pues este es el trabajo de los padres biológicos, y la tarea del padrastro es dar seguimiento a estas reglas, sobre todo en casos en que los hijos convivan con la nueva pareja.

La formación de un vínculo con los hijastros toma tiempo, en ocasiones tardará meses o incluso años. Este no es el tipo de relación que se puede apresurar o forzar, sino que debe evolucionar naturalmente, incluso puede haber cambios en la forma en como el niño percibe a la nueva pareja, cuando son novios y luego cuando pasan a formalizar la relación con uno de sus padres; esto podría dar un giro a la relación.

Usualmente es mejor luchar por el respeto mutuo y la amistad con un hijastro, y luego permitir que la relación florezca así como crece la confianza, se comparten experiencias agradables y cotidianas. Así se llega a crear una nueva historia familiar, donde los niños puedan sentir la seguridad de que la madrastra o el padrastro no han llegado a su vida con el objetivo de usurpar a uno de sus padres biológicos. A los mayores de 10 años les puede tomar un tiempo muy largo aceptar plenamente a un padrastro o una madrastra. Generalmente comienzan con la observación de sus acciones, reacciones y comportamientos con el fin de evaluar su confiabilidad y seguridad. El padrastro o madrastra debe proporcionar la bondad, la coherencia y el apoyo emocional a los hijastros de manera cautelosa.

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