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Santo Domingo

Un problema para cada solución

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Para llegar al gobierno, cada candidato presidencial debería ser capaz de sustentar ideas, hacer propuestas y defenderlas. Las críticas sin propuestas, -como el sexo sin amor- mueren con la victoria y matan la credibilidad de los partidos, que es justo y lo que viene ocurriendo con nuestra partidocracia reinante a la que el electorado le vota, pero no le cree.

Metidos ya en los ardores de la campaña electoral (ilegal pero campaña al fin) es el tiempo de elaborar propuestas, plantear soluciones y compartirlas con los ciudadanos. La politiquería barata empobrece el debate y debilita nuestra democracia faltosa y desprestigiada. Nuestros políticos de oposición, (y los del gobierno que lo fueron hasta agosto del 2020), tienen que superar esa tendencia tan porteña de siempre tener un problema para cada solución, que advertía Cabral.

Ahora que la frontera dominico-haitiana está en peligro, y en las próximas horas podría ser cerrada, bueno sería saber si tiene la oposición política una propuesta formal sobre cómo organizar la migración; si están dispuestos a pagar el precio político de organizarla, de aplicar el Código Penal a las mafias que accionan desde dentro y fuera de las instituciones del Estado, de aplicar el Código Laboral a los empleadores de inmigrantes indocumentados que son sus clientes. Como el caos migratorio no ha dejado de agravarse en el país en los últimos 30 años, (lo que incluye a los últimos 8 gobiernos, de los PRSC, PLD, PRD, y PRM), las esperanzas no pueden ser muy altas, pero debe uno hacer la tarea.

Así, mientras aspiramos a que nuestra política retorne al Bosch padre de la partidocracia que gobierna el país desde 1996, para que cada crítica o protesta vaya acompañada de una propuesta, de una posible solución, los dominicanos seguimos en Babia, como los monos de Gibraltar (“cierran los ojos para no mirar”), dependiendo cada vez más de un obrero extranjero indocumentado, por no tener en su país ni siquiera un gobierno capaz de otorgarle un gris documento de identidad.

Es precisamente por todas estas cosas “y por muchas otras”, que uno le pide a los príncipes de nuestra partidocracia reinante que opinen, “voten, honorables, voten, conceptualicen, opinen, voten, propongan, honorables, propongan”, el país necesita escucharles. Y no olviden que para pescar tilapias, uno debe estar dispuesto a mojarse algo más que la espalda. Con su permiso. 

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